lunes, 21 de enero de 2008

Eugenia


Escondido en la espera del olvido piensa.
Ardientes masas coloiformes en la acera se revuelcan.
Los amantes recluidos en suspiros.
Poder conocer sin acabar prometeizándose.
Vendedores de pecados repetidos.


Recuerda la tarde eugeniesca como siempre y
como a veces,
porque voló como su amor desprolijo y errante.
Desde entonces la busca carnívora la esperanza endiablada
porque alguien lo sedujo en su erotismo más íntimo con redes entrañables ósculos ennegrecidos por la lujuria de los siglos.

Siempre quiso retornar a sus besos, a su paz, a su guerra
refugiarse en su palabra.
Qué estragos habrán dibujado los años en Eugenia,

después de todo
después de algo
después de lapidarla.